Me parece que fue en uno de esos programas del conductor de TV Jorge Saldaña donde escuché a alguien afirmar, como una anécdota verdadera, que en respuesta a otro comentario, comparecencia o intervención de otro funcionario que la mencionó, un legislador en México solicitó solemnemente que se derogara la Ley de la Gravedad. Algo ocurrido al parecer, en un congreso estatal.

Antes estas anécdotas eran vistas como una curiosidad histórica. Algo entendible y esperado de los congresos o juntas de gobierno en poblaciones donde la preparación académica no superaba la educación básica. Incluso, se consideraba como algo chusco que, en referencia a la inevitable atracción gravitacional de nuestro planeta, un bien intencionado legislador, en su ignorancia, viera entonces un obstáculo que podía quitarse para poder avanzar en el desarrollo comunitario.
Lo anterior se consideraba impensable de ocurrir en los congresos legislativos de las grandes ciudades. Donde la formación académica se espera fuese de nivel superior para competir por los puestos de elección popular.
Sin embargo el populismo y demagogia del partido político Morena, ha encumbrado en dichos puestos a gente que jamás debió llegar a ellos. No por una cuestión económica, racial o social sino porque se trata de gente que incapaz de poder desempeñarse en un campo científico, humanista o tecnológico la política fue el único campo donde pudieron obtener un empleo «honesto» que les demandaba sólo una cosa: enarbolar luchas o ideologías de otros creando alborotos y formulando ocurrencias que dieran esperanza a los de abajo y complaciendo a los de arriba.
