Varias veces he recordado algo que ocurrió cuando trabajaba en Banamex. Quizás no tenga mucho que ver con el asunto de los posts previos pero es demasiado ridículo el asunto como para seguirlo dejando pasar.
Resulta que, como parte de la adopción de la cultura de Citi en Banamex, se buscó instaurar como parte de la cultura organizacional, el que cada departamento tuviera un árbol de llamadas (call tree, como le llaman los gringos). Cada año o cada semestre (ya no recuerdo con precisión porque el proceso en verdad era tomado como muchas de las cosas que los mexicanos vemos como algo inútil) se planeaba un ejercicio en el que se avisaba su realización.
Para quienes no estén familiarizados con estas cosas, el «árbol de llamadas» no es mas que una relación en la que una persona llama a otras dos y así sucesivamente como parte de un proceso de comunicación «extra oficina» con el que todo el personal queda avisado, de lo que sea, en poco tiempo.
Por supuesto la idea del ejercicio de simulacro es validar que los números telefónicos estén actualizados e identificar dificultades que permitan mejorar el proceso. Pero, como todo lo que llegaba a Banamex y se transmitía de jefes a subordinados, el terminar con un ejercicio en el que no se alcanzaba a llamar a todos a los que debía llamarse (fallido o no satisfactorio) era visto como algo que debía castigarse, sancionarse, antes que ver el problema y cómo mejorarlo. Dado lo anterior, era normal que la gente terminara avisándote en la mañana: «ayer hice el call tree pero no te encontré, ¿tu número es el mismo? Tu di que te localicé si te preguntan, para que terminemos ‘con palomita'».
En una ocasión ocurrió que me llamaron mientras usaba de módem mi celular para acceder a la Internet. El procedimiento decía que en caso de no localizarlo a uno en el teléfono móvil (o primario) debía probarse con el fijo de casa (o alternativo). Le llamaron a mi esposa y con eso quedó supuestamente cubierto el ejercicio. Esa noche llegué tarde a casa y todos ya dormían. Miriam no me comentó nada y durante la junta semanal del departamento se nos notificó de la realización del ejercicio. Yo indiqué que no fui contactado. Quién debía contactarme indicó que siguió el protocolo y que dejó mensaje en el teléfono secundario. En mi opinión el ejercicio debió declararse incompleto pero mi jefe no quería que le pusieran tache, ni los involucrados tener que llamar a sus dos compañeros de trabajo nuevamente en un segundo ejercicio (demasiado trabajo, según ellos). La opinión del grupo fue que el ejercicio se cumplió y que diéramos por concluido el asunto, además de decirme que debía mejorar la comunicación con mi esposa.
Esto también siempre me viene a la cabeza cada que algunas secretaria o asistente administrativo manda un correo avisando o informando de algo, aplicando el «correo enviado, sujeto avisado».
