Todos vamos a morir. Algún día, en alguna hora. Estamos muriendo desde que nacemos. Desde el instante en que cada célula se echa a andar, el reloj que marca su decaimiento para fallecer, entra en movimiento.
No dudo que habrá quienes digan que esto no es así. Que nacemos y crecemos y llega un momento en el que alcanzamos una madurez desde la cual comenzamos a decaer. Siguiendo una curva que asemeja la campana de una distribución normal.
Yo lo veo de otra forma. Crecemos porque debemos morir naturalmente y ello requiere madurar. Para ello es necesario que desarrollemos aquello que debe morir. Si no se desarrolla no puede morir naturalmente.
Así, para mi no es una curva de campana, el proceso es más como una curva asintótica.
Esto viene a colación por un artículo que leí en The Atlantic1 el cual hace referencia a una aplicación.
Algo que me llamó la atención, porque no lo había visto antes, es el que el desarrollador del producto ha respondido todas las quejas, comentarios y recomendaciones hechas en la página de la aplicación en el Play Store.
Parecería, que la aplicación, su propósito, y la actitud del desarrollador es una bella metáfora de lo que, al final, todo esto se reduce: que no se trata de lo que consigues en la vida sino de cómo la vives. Sin embargo, yo creo que se trata de algo más.
El mundo comercial nos hace pensar que la vida es sólo una competencia por ver quien consigue más objetos materiales, quien gana más dinero, quién logra «metas y objetivos» Lo pongo entre comillas porque son metas y objetivos que la publicidad fija o que surgen de la banalidad de la sociedad más pudiente. Metas y objetivos que no sirven mas que para justificarlo a uno con la sociedad pero no a uno consigo mismo, por lo que uno no vive para darle sentido a su vida sino para hacer que tenga sentido ante los demás.
Desde hace mucho, yo he considerado que la vida debe tener un sentido más que el iniciarla para morir, debiendo uno franquear retos y dificultades para poder lograrlo de forma natural y cómodamente. Por esto es que creo que no es de lo que materialmente consigues en ella, ni de cómo la vives, es lo que dejas para que los que te sobrevivirán puedan ser mejores. Si eso no lo logras, has desperdiciado tu vida.
Referencias
- Bianca Bosker, «The App That Reminds You You’re Going to Die«, The Atlantic, web, January/February issue, web. Consulted: 2018.04.02. URL: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2018/01/when-death-pings/546587/

