Mientras me encontraba realizando el doctorado hubo todo un escándalo en las redes sociales porque un funcionario del CONACyT recalcaba que todo aquél becario de éste órgano estaba impedido de realizar labores remuneradas1. El CONACyT alega que la disponibilidad de tiempo completo que pide para otorgar becas es para mantener sus «estándares de calidad» (que no son del CONACyT en realidad sino de la escuela encargada de la preparación del estudiante). En las cartas de intención y documentos que se llenan para ser becario del CONACyT se hace hincapié en que el estudiante debe ver que su labor en la escuela se asemeja a la de un trabajo, que la beca es su salario (pero eso sí, en cuanto aumentan el salario mínimo el CONACyT se esmera por anunciar que beca nada tiene que ver con un salario y no debe esperarse un aumento en ésta), en la que su tutor es su jefe y que debe al menos cumplir ocho horas diarias de estancia en la escuela. ¿Haciendo qué? Eso no importa, puede estar rascándose la panza, pero deben ser ocho horas diarias. Claro, uno esperaría que el el tiempo se invierta en obtener el grado buscado pero no hay forma de garantizar ni comprobar que así se use el tiempo. ¿Culpa del CONACyT? No en realidad, en parte de la escuela pero en mayor medida del tutor.
Durante el periodo en que uno es becario regularmente se hace mucho hincapié en esta «relación asalariada», donde el CONACyT está a cada rato amenazando a la escuela y ésta (o el CONACyT mismo) al becario con que la pérdida del beneficio si no se cumple lo solicitado.
Al igual que en cualquier empleo hay un temor de por medio, un respeto obtenido con base en un miedo que definitivamente no lleva a nada bueno. Lo más risible del asunto, es cuando se decreta un aumento al salario mínimo. El monto de la beca se determina con base en éste pero llegados estos momentos el CONACyT emite sendos comunicados señalando que lo que perciben sus becarios no es un salario y trata de hacerse de la «vista gorda» para no incrementar el monto de la beca, justificar el retraso del incremento o no hacerlo retroactivo. En fin, todas las obligaciones y responsabilidades para con el estudiante pero ninguno de los beneficios.
Pero, la cuestión es ¿realmente hace daño que un becario trabaje y perciba una remuneración adicional? Si la actividad adicional lo distraerá del compromiso previamente adquirido con el CONACyT, definitivamente sí pero ¿y si el becario demuestra que no es así? ¿Cual es el problema? Desafortunadamente, el CONACyT no da ninguna oportunidad de demostrarlo. El CONACyT no quiere arriesgarse a perder a algún becario en el intento y así considera que ninguno de ellos es capaz de adquirir un compromiso adicional, pese a que sea «después de las ocho horas de labor escolar», fines de semana o en vacaciones. El CONACyT parece desconocer un mundo en el que muchos estudiantes, la gran mayoría de la población estudiantil de nivel superior (especialmente de últimos semestres) y de posgrado del país, trabajan y son capaces de obtener su grado. En su lugar apuesta a tener a gente retenida en un entorno académico, que sale a un mundo en el que lo que importa más es la experiencia profesional que los grados académicos o conocimientos adquiridos (incluso demostrables).
Referencias
- Luis Ricardo, «No me hagan renunciar: Que los becarios CONACYT podamos trabajar un poco, sin miedo«, change.org, web. Revisado: 2017.07.28. URL: https://www.change.org/p/no-me-hagan-renunciar-que-los-becarios-conacyt-puedan-trabajar-un-poco-sin-miedo/.

