Escribía ayer sobre el asunto de la «secrecía». Hoy quiero mencionar un poco lo que lo suscitó, aunque ya no tiene que ver mucho con el tema de la seguridad, sino más bien con el de la burocracia.

Los servicios escolares del CIC me indicaban en un correo que debía proceder con la «liberación de la beca del CONACyT» y me proporcionaban una copia digital de mi acta de examen de grado para ello. Supongo que mucha gente se voltearía para preguntar al remitente cómo proceder, pero ni yo soy así como también sé que la respuesta podría ser tan ambigua como la solicitud inicial (entiéndase que «me purga» tener que interactuar con la gente en algo que debió haberse dado toda la información necesaria como una adecuada cortesía profesional que garantizara el éxito de lo que se pide).

Siendo fin de semana, decidí explorar el asunto para ver qué tan fácil o complicado podía ser. Primero decidí revisar el portal del CONACyT, el caótico portal del CONACyT. Obtuve varios resultados, y no fue difícil seleccionar cuál era el indicado, pero requirió invertirle tiempo. Sin embargo, la página en cuestión era sólo texto y algunas cosas serían más claras si hubiera ligas o imágenes explícitas a lo que escuetamente señalaban.

Decidí buscar un poco más haciendo uso de otras herramientas (googleo). Rápidamente (segundo resultado) di con una página en la que se ilustraba y daban más instrucciones del trámite. Página también del CONACyT por cierto. Habiendo leído lo de la primer página consultada, y con la guía de la segunda, no me fue difícil acceder a la aplicación con la que debía trabajar.
Tras llenar los campos necesarios, marcar las opciones requeridas y adjuntar las evidencias del caso, cuando ya me disponía a enviar la solicitud, la aplicación me solicitó algo que obvié de la lectura de mis guías: mi firma electrónica. «What?«— me dije —»… esa la definí hace cuatro años y medio y no la volvía a usar… common!». Afortunadamente, siendo ordenado, había anotado esto en la aplicación que uso para administrar credenciales y contraseñas. No fue necesario regresar a solicitar la cancelación de la firma y generar una nueva (de nuevo el asunto de tanta seguridad que no parece ad hoc con el tipo de situación).
Afortunadamente el formulario de la solicitud, pese a no contar con un botón de guardado, conservó casi todos lo que ya había elaborado. Sólo fue necesario reescribir algo y listo. Se firmó y se envió la solicitud.
