Tsundoku. El continuo acto de comprar libros pero nunca leerlos, apilándolos en la habitación y disminuyendo, con cada uno, la oportunidad de leer los previamente adquiridos. El origen de «tsundoku» se encuentra en el slang japonés «tsun-doku» (積ん読). 積ん読 viene de 積んでおく («tsunde-oku«) «apilar cosas para después» y «dejar» o quizás más apropiadamente «apilar y dejar para después», y 読書 («dokusho«) «lectura de libros». Tsundoku es también un término empleado para referirse a libros listos para leerse después cuando están en una repisa.
El tsundoku es uno de mis demonios internos, uno que no se ha limitado al mundo físico sino también al virtual, donde la habitación es el disco duro de mi computadora, mis buzones de correo, mis cuentas en Twitter. Cada una con una interminable lista de documentos, correos y tuits con material o ligas a material que he dejado para leer después, con calma. Un después que parece no llegar jamás.
No he podido evitar notar el kanji intermedio, que asemeja a una «h» cursiva.
y así, no he podido dejar evocar a la constante de Planck y su formulación reducida
que en consecuencia me llevan a recordar al principio de incertidumbre de Heisenberg.
¿Será a caso que del tsundoku a la incertidumbre hay tan sólo una pequeña distancia? Si uno lo piensa bien, parece que así es.