A lo largo de mi carrera profesional he tenido 9 empleos. Además de permitirme conocer el entorno laboral del área de tecnología de la información (o sistemas como suele llamársele) de industrias tan disímbolas como los almacenes departamentales, la industria de la construcción, empresas aeronáuticas, gobierno, educación, la televisión de paga, y el mundo financiero con funciones de programación, análisis y diseño de sistemas de información, soporte técnico, administración de bases de datos, y comunicaciones para plataformas PC, minicomputadoras y mainframes para entornos stand alone, cliente-servidor, clusters, centralizado (mainframe) y distribuido (Internet), la experiencia de estos empleos ha incluido diversos jefes y estilos de liderazgo.
Con sus fallas y aciertos, en general, yo diría que he tenido la fortuna de tener algunos buenos jefes, aunque pocos han sido los sobresalientes. De ellos puedo decir que aprendí mucho, tanto técnica como administrativamente se refiere. De los malos, la mayoría eran buenas personas pero pésimos administradores o líderes.
Finalmente, de este recuento, mis peores jefes los tuve en Banamex, malintencionados, recelosos y estresantes como pocos. Los dos primeros y los dos últimos; malos como personas, malos como jefes.
