De canes y dueños (2)

Hace unos días escribía de los dueños de perros que desobedecen  la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México. Reflexionando sobre el asunto, considero que la desobediencia de los códigos de conducta (para la sana convivencia, me refiero a la «leyes ligeras») y buenas costumbres de una sociedad bien podría ser un «termómetro» e indicador del nivel de compromiso del ciudadano con las reglas que le gobiernan. Si la desobediencia a esta reglamentación ocurre con completa impunidad y no se proporcionan medios y apoyo para que la denuncia de estas transgresiones resulten expeditamente efectivas, ¿que esperanzas hay con leyes para delitos más serios y u denuncia?

Creo que mejor indicador de una descomposición social y perdida de confianza en los medios y sistemas de procuración de justicia no hay.

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