En la cuarta etapa del método de Allen se hace hincapié que una cosas es anotar los pendientes y clasificarlos, y otra diferente es acordarse de cumplirlos. El enorme inventario que se construye con todos nuestros proyectos y tareas por hacer sólo cobra sentido en el momento en que lo vemos para poder determinar qué podemos o qué tenemos que hacer; por lo que se convierte en un buen hábito, que tan pronto como terminamos algo, revisemos nuestros pendientes para ver que más falta por hacer.
Revisión.
Después de checar el calendario, que debería ser el más visitado, las listas de acciones siguientes deberán seguir. Éstas contienen aquellas tareas que podrán realizarse si se tiene algún tiempo discrecional durante el día y, si están organizadas por contexto, entrarán en escena cuando dicho contexto se encuentre disponible, lo que servirá aún más para filtrar aquello que pueda ser hecho o que tenga mayor potencialidad de concluirse, de aportar más a la conclusión del proyecto o de requerir el menor esfuerzo para su realización. Los proyectos, lo que está esperando (waiting for) y lo que se hará algún día (someday/maybe) necesitan revisarse tan frecuentemente como se necesite para evitar preguntarnos por éstos, por lo que un hábito o rutina de revisión se vuelve crucial.
Un sistema estructurado con un calendario, listas de acciones siguientes, proyectos y todo aquello que tengamos detenido (waiting for) no debería requerir demasiado esfuerzo para mantenerlo dejando tiempo para lo realmente importante: hacer las cosas. Hacerlas requiere que se tengan presente, peor como hemos dicho anteriormente, tenerlas en la mente nos resta foco y visión para concentrarnos en lo que que debemos hacer, por eso revisar lo que hemos determinado debemos hacer es la clave de todo el asunto. En este sentido, y en experiencia del autor, una revisión semanal es un factor crítico de éxito.
La revisión debe contemplar todo aquello que potencialmente requiera de una acción: definida, inmediata, diferida o aún sin determinar en tiempo. Planes, acciones siguientes, agendas, lo que está detenido, y lo que algún día podría hacerse debe revisarse. Esto da la oportunidad de asegurar que nuestra mente esté clara y no tenemos cabos sueltos de lo que hemos colectado, procesado y organizado en los pasados días.
La revisión semanal es el momento para:
- Juntar y procesar todas las cosas por hacer (los pendientes).
- Revisar el sistema (donde se anotan los pendientes o donde sabemos están aguardando).
- Actualizar las listas.
- Estar limpio, claro, actualizado y completo.


