Escribía ayer de mi visita a la polvosa sucursal de Banamex. La razón de la visita a la mencionada sucursal fue para actualizar el NIP de dos tarjetas. Lo que pude hacer para una de ellas pero no para la otra, que resulta ser una tarjeta que me entregó la AFORE de Banamex para poder hacer consultas del estado de la correspondiente cuenta en cualquier ATM.
Después de la obligada penuria en la fila de espera para poder ser atendido en la ventanilla de Servicio a Clientes («Servicio a Sufrientes» debería ser nombrado), me tocó mi turno. Le entregué las dos tarjetas a la persona en la ventanilla y le explique mi petición.
Resultó curioso, y a la vez molesto, que la mencionada persona desconociera la existencia de la tarjeta de la AFORE y en un primer intento pretendió turnarme directamente a la AFORE. Le indiqué que yo tenía un PIN y con la mencionada tarjeta había llegado a hacer consultas sobre el estado de mi cuenta en cajeros automáticos. Le sorprendió mi respuesta y empezó a hacer llamadas.
Después de cuatro llamadas (tiempo en el que atendió mi cambio de NIP para la otra tarjeta) corroboró la existencia de este tipo de tarjetas y se actualizó sobre la vigencia de las mismas. Con lo que al final me explicó que el producto estaba ya cáduco.
OK. No es que yo haga consultas de esto diario pero por lo menos deberían avisar de la cancelación de este medio de acceso para evitar perder tiempo en conocer su expiración.
