Exclesior publicó el pasado 3 de febrero en su artículo «Juan Hernández es el rey de los tocayos» una nota curiosa al pié de una fotografía:
«Y hablando de nombres, autoridades del Registro Civil han reportado los siguientes casos curiosos:
«Aunque usted no lo crea…
«Aceituno, Asclepiodoto, Amable, Anuncio, Aguinaldo, Cacerolo, Camerino, Cesárea, Culebro, Crepúsculo, Delgadina, Eustorgio, Exíquio, Egdomilia, Eustreberto, Espinacia, Felicísimo, Frumencio, Fructuoso, Felino, Gorgonio, Generosa, Germinado, Hultiminio, Iluminada, Imenacia, Liborio, Ludivina, Marciana, Maximandro, Olvido, Ojelacio, Perfecto, Primitivo, Presentación, Pacífica, Quintiliano, Régulo, Regalada, Relíquias, Simplicio, Sinforosa, Sagrario, Salustria, Tránsito,
Telésforo, Taurino, Tiburcio, Tranquilino, Tertuliana, Vérulo, Virgen, Ultimio y Procopio, entre otros.»
Definitivamente curiosos, y en algunos casos infames (la verdad no me imagino a alguien presentándose: «Hola, soy el Sr. Culebro…«- y aguas con equivocarse al escribirlo porque le vuelan la «b» y queda peor el asunto). Que pasaría por la mente de los padres cuando seleccionaron estos nombres (bueno, algúnos se entienden como «Cesárea» o «Cesáreo». Pero, ¿»Aceituno»? O estaba tomándose un martini o estaba preparando bacalao a la vizcaína…).
Lástima que no sea una lista exhaustiva. Yo por ejemplo tuve una novia cuyo segundo nombre es «Emperatriz».
